¿Qué nos ofrece esta temporada? Pues aunque parezca mentira, una historia aún más adictiva que la primera. 1964, un manicomio dirigido, la iglesia como dirigentes de este manicomio, un psicópata asesino y una reportera con una gran ambición. Qué pasa si lo mezclamos todo: que tenemos una historia increíble de intriga, misterio y revelaciones que te dejarán pegado al televisor desde el minuto 1 hasta el 50 del capítulo final.
Uno de los pilares con los que ha contado ‘American Horror
Story: Asylum’ ha sido la fortaleza que la mayoría de los personajes ha
presentado a lo largo de la historia, secundarios incluidos. Todos han tenido
algo que aportar y han protagonizado momentos que nos han marcado durante la
temporada, convirtiendo a la ficción en una de las mejores que se han emitido
durante los primeros meses del curso televisivo. Una vez más, la tensión ha
estado bien manejada a lo largo de cada capítulo en particular y la temporada
en general, dejándonos con esas ganas de más y llevándonos hasta ese
enfrentamiento final entre Lana y su hijo, una escena que consiguió impactarme
y a la vez satisfacer mis expectativas.
Observar la evolución de Lana ha sido una de las joyas de la
segunda temporada de la serie. A través de este personaje hemos visto la manera
en la debe enfrentarse a las consecuencias de su ambición y a los errores del
pasado. Como bien recordó Jude cuando ambas se conocieron (un mensaje
que también está dirigido a nosotros como espectadores y que es una clara
promesa de intenciones de cara al futuro), el mal le miraría a la cara si ella
pretendía hacer lo mismo. Y, en esa escena final, vemos el resultado de la
presencia del mal, aunque con una resolución distinta a lo visto en el pasado.
En esa sorprendente escena, en la que Lana acaba con la vida de su hijo,
observamos la transformación de su personaje, convertida en una mujer fría y
decidida que sabe engañar al psicópata en que se ha convertido pese a que no pudo hacer lo
mismo con el antiguo.
También hay que hablar sobre el personaje de la hermana Jude que presenta una evolución muy compleja a lo largo de toda la serie. Empieza viéndose como la culpable de todo lo que pasa en el psiquiátrico: de sus métodos rudimentarios y de las malas maneras que tratan a los internos. Pero hacia el final vemos la parte más humana de la monja y observamos como no es más que otra víctima de la locura de Briarcliff. La escena del último capítulo en la que está jugando con los hijos de Kit es realmente conmovedora.
Por ponerle alguna pega a esta temporada diría que la historia de extraterrestres de Kit aunque necesaria, me parece que le resta realismo a la saga y nos hace sentirnos a veces desligados de la trama principal. Aunque aún así no deja de ser fundamental para el desarrollo de la trama y tiene sus partes buenas, sobre todo en el desenlace de la trama.
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